Julio chevalier

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El P. Julio Chevalier fue un sacerdote muy preocupado por los males que aquejaban a los hombres de su tiempo; y quiso darles una respuesta adecuada desde la Espiritualidad del Corazón de Cristo, que empezó a comprender en el mismo seminario y que animaba toda su vida de sacerdote.

La primera respuesta que surgió de su corazón estaba motivada por la frialdad e indiferencia religiosa que embargaba la región del Berry, y Francia entera. Sólo la comprensión, por parte de los hombres, del amor que Dios les tenía podía motivar un cambio en sus corazones. Y esta fue su primera preocupación misionera: dar a conocer el amor misericordioso de Dios a todos y cada uno de los hombres de su parroquia y de la región del Berry.

El nuevo título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, con el que quiso honrar a María, se mostró como vía privilegiada de penetración y siembra misionera.

La apertura de su corazón a la Iglesia universal y la obediencia filial al Papa, llevó al P. Julio Chevalier a sentir la urgencia de la llamada a colaborar en las misiones lejanas, a pesar de las pocas fuerzas de su recién nacida Congregación. Así, el año 1881 sale el primer grupo de MSC a la misión de Melanesia y Micronesia, que la Santa Sede ha confiado a la pequeña Congregación.

A partir de aquella fecha y decisión, el compromiso misionero de la Congregación no dejó de ser una característica propia de la Congregación fundada por el P. Chevalier.

«Somos enviados al mundo a fundar nuevas iglesias y a ponernos a su servicio; a ayudar a las iglesias necesitadas y atraer a los que están alejados del Señor hacia comunidades de creyentes» (Const. 23).

Este texto de las Constituciones refleja bien la característica misionera de la Congregación. Nuestra presencia en 53 países, en la actualidad, así lo certifica.

No obstante, ninguna realidad, lejana o cercana, material o espiritual, que incida en la vida de los hombres y les acarree dolor, soledad, angustia, muerte o pecado, debe ser terreno ajeno a las preocupaciones de los MSC.

Desde la comunidad MSC y desde cada religioso, debemos estar atentos a todos los rostros sufrientes de los hombres, y mostrarles, con nuestra cercanía y amor, que Dios les ama y el Corazón de Cristo late misericordiosamente por ellos.

«Descubriremos el rostro de Cristo en los pobres, en los pequeños y en todas las víctimas de la injusticia y de la violencia» (Const.MSC, 22).

Esta misión se expresa en trabajos misioneros, evangelizadores, anunciadores de Jesucristo vivo y Salvador; trabajos misioneros de constructores de nuevas comunidades, donde se anuncia la Palabra y se celebra la Eucaristía. Trabajos misioneros en defensa de la justicia, educativos, sanitarios, en los medios de comunicación… Todo campo donde haya una realidad humana que necesita comprensión y misericordia es campo de la misión de la Congregación.

«Nuestro Fundador quiso expresar todo esto en el lema que nos dio: ¡Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón!« (Const. 5).