Laicos MSC

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El P. Julio Chevalier, fundador de las Congregaciones de los Misioneros de¡ Sagrado Corazón (MSC) y de las Hijas de Nuestra Señora de¡ Sagrado Corazón (FDNSC) y, con el P. Hubert Linckens msc, de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón (Her. MSC), no partió de principios teóricos para dotar de estructura a sus Congregaciones, sino de la vivencia de su propia misión. Vivía la urgencia de la misión, y las estructuras orgánicas que ofrecía tenían únicamente como fin la realización de tal misión, es decir, la de prolongar la misión de Jesús y, de esta forma, luchar contra los males destructores de la sociedad.

La misión común a [as tres Congregaciones es una misión sin fronteras, abierta a todo género de obras y apostolados. Es lo que quiso expresar al elegir como lema el Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús. La meta hacia la que debe orientarse la Comunidad es hacer que sea conocido Jesús y el amor de su Corazón. Estaba convencido de que la devoción al Sagrado Corazón era la respuesta a los males que imperaban.

La idea de la misión del P. Julio Chevalier es esencial para percatamos de cómo comprendia y valoraba a los laicos. Leyendo sus primeras publicaciones sobre la naturaleza y la misión de la Congregación, sentimos la fuerte impresión de que consideraba imposible, irrealizable, hablar de cambiar el mundo y sus valores, sin la participación de los laicos, ya que viven, como ninguno, inmersos en el mundo. A los sacerdotes religiosos, a los Hermanos y Hermanas, junto con los sacerdotes diocesanos, corresponde un papel esencial; pero si la misión ha de realizarse en el mundo, en los diversos niveles de la sociedad, los laicos habrán de jugar también una función de primer orden. Las relaciones Religiosos – Laicos deben ir marcadas por la comunión y la complementariedad. La comunión comporta conocimiento y aprecio recíprocos, simpatía por las personas y por los derroteros respectivos, coparticipación de bienes.

De la comunión y complementariedad nacen el enriquecimiento, y el apoyo recíprocos entre Religiosos y Laicos. Se puede así experimentar en el interior de la "familia carismática» una verdadera experiencia de comunidad eclesial que permita traspasar el anonimato o la pertencia estructural, respetando siempre la diversidad.

Las estructuras específicas de los Laicos han de ser definidas por ellos mismos mediante un discernimiento realista que respete la vida de los diferentes grupos en los variados contextos. Las estructuras de interdependencia entre Religiosos y Asociados deben, por el contrario, definirse en diálogo y respeto recíprocos entre ambas partes, de suerte que todos puedan beber el agua de la misma corriente carismática, revistiendo las formas concretas de encarnación según su estado.